Hoy me siento como una niña que ha estado saltando sobre los charcos, sin parar de reir, con el corazón latiendo más rápido que nunca.
Hoy soy esa niña cuando para de saltar. Cuando se da cuenta de que tiene frío y no sabe cuánto va a tardar en secarse toda el agua de la que está pringada. Y el agua nunca llega sola, tiene hojas, tierra y mierda en general pegada en la ropa y los zapatos.
Hoy soy esa niña que empieza a tener los pies arrugados y miedo, porque no sabe cuánto tardarán en rescatarla, porque no sabe cómo llegar a casa, porque no quiere llorar pero no sabe qué otra cosa mejor puede hacer.