
“Cuando quieres, sabes ser mala”, me dijiste no hace tanto. Es ahora cuando se espera que lo sea, pero no tengo ninguna intención, ya te aviso. Puede que haya hecho o haga cosas que parezcan responder al pataleo de una niña cuando le prohíben los helados, pero no, hice y haré todo pensando en mí.
Contigo aprendí a separar la fragilidad de la urgencia. Y contigo olvidé lo aprendido. Así es, convertiste mi ángel en demonio y mi demonio en ángel. ¿Podría ser más poético? No sé si podría serlo, pero sé que no lo será.