Escribí
Ya
no
sé
quién
eres
Pero
no es cierto. Sé quién eres. Sé quién eres. Lo sé. Te
dije que iría con pancartas. Y, de alguna forma, lo he hecho. Hace
unas semanas vi cerca de la Misericordia un accidente, los momentos
posteriores a un atropello: alguien en el suelo, policía, ambulancia
y un corro de personas mirando. Ya sabes que a mí no me gusta mirar.
Tú hubieras mirado. Pensé ¿y si es él?. ¿Me enteraría? Ya
no es un dolor que ahogue ni queme ni oprima. Es un dolor
consternado, sedado, frustrado, silencioso, discreto, elegante. Hay
quienes nunca conocen al amor de su vida y quienes dicen haberlo
encontrado pero no poder estar con él. Hay para quienes no pasa de
ser un concepto abstracto. Yo puedo decir que lo palpé con los dedos
de las manos y con las frías yemas de los dedos de los pies. Que lo estrujé entre mis brazos y mis piernas y mis nalgas y mis dientes.
Que lo conocí hasta desconocerlo... Tú y yo puede que ya no
seamos nosotros, pero nunca seremos desconocidos. Sólo fue
una transición de lo real a lo idílico. Justo al contrario que el
resto del mundo.
Seguro
que
en este segundo
una
pulga
muerde
el culo
de
un cliente
del
pub Yang