El
otro día fui a uno de esos museos de arte moderno y contemporáneo,
y no pude evitar fijarme en la conducta humana ante este tipo de
obras. Por lo general, nos colocamos unos 6 pasos delante del cuadro,
miramos fijamente con los ojos muy abiertos, modo concentración total, y
en cierto momento arqueamos levemente el cuello hacia un lado,
normalmente la derecha. Después damos unos pasos
adelante para verlo desde más cerca y aprovechar para leer el
título. Debo reconocer que leer el título es mi parte favorita. Me gusta que se luzcan en el título. Había uno, de fondo blanco con finas líneas negras, que se llamaba
'Entre sueños y certezas'. Claro, claro, lo negro y
definido son las certezas; lo demás, los sueños,
pensé. Más tarde vi uno que, a grandes rasgos, era un círculo rojo, con alguna pincelada aislada de verde. Me acerqué
y leí 'Sin título'.
Si vas a dibujar un círculo monocromo, moléstate
en poner un título, algo que nos dé una pista sobre el tema
de la obra, pensé desde la más profunda indignación.
Pero
hay un lado positivo en encontrarte ante una obra sin título... Y es
que nos brinda la posibilidad de ser creativos. ¡Pon tu propio título!
Lo cual puede convertirse en un rato de diversión gratuita sin
límite, en un juego estimulante para todas las edades. Por ejemplo,
ahí estaba yo ante el círculo rojo, que podría ser un 'Óvulo
en llamas en plena fecundación'
o, por
qué no, un 'Ovni
proveniente de Endor'. Es divertido porque no hay ningún límite ni censura, puedes decir lo que se te ocurra. 'Retrato de una mariquita solitaria que nació desprovista de manchas negras'... ¡No hay límite!
Recordad ir a los museos en compañía y poner de moda este juego. ¿Que cómo se llama el juego? Sin título.