La llamaban la bella despierta. El desafío no era, al
contrario que en el cuento de hadas, despertarla, sino dormirla. Había yacido
con multitud de varones, de muy variados mundos, sin embargo, ninguno había
logrado producir sus zetas.
Uno probó componiéndole una nana, otro rociándola con el humo de su pipa, otro propinándole ejercicio hasta bien entrada la noche, otro sumergiéndola en un baño caliente en los lagos de su feudo. Se dice, incluso, que un mozo capturó una mosca tsé-tsé y la amaestró para que en el encuentro con la bella, le picara justo detrás de la rodilla izquierda.
Alguno, con sus tretas, llegó a adormecerla, pero ninguno logró empujarla hasta las entrañas del sueño. La leyenda dice que el que lo logre, será su amante por el resto de sus días.
Uno probó componiéndole una nana, otro rociándola con el humo de su pipa, otro propinándole ejercicio hasta bien entrada la noche, otro sumergiéndola en un baño caliente en los lagos de su feudo. Se dice, incluso, que un mozo capturó una mosca tsé-tsé y la amaestró para que en el encuentro con la bella, le picara justo detrás de la rodilla izquierda.
Alguno, con sus tretas, llegó a adormecerla, pero ninguno logró empujarla hasta las entrañas del sueño. La leyenda dice que el que lo logre, será su amante por el resto de sus días.