Prostituimos el habla, vendemos barato el sentido de la
palabra, regalamos el siempre, el todo, el sí, el quiero. Significados se
mezclan en tubos de ensayo de un laboratorio iletrado para crear un ejército de
hipérboles, de pleonasmos, de adornos, de mentiras que se reproducirán de boca
en boca, de papel en papel, de ordenador o móvil a ordenador o móvil,
desvirtuando todas las lenguas hasta que un día diremos mesa a la silla y silla
a la rosa y rosa a la mesa. Y nada tendrá el valor que algún día tuvo.
Prostituimos el habla, vendemos barato el sentido de la
palabra, regalamos el siempre, el todo, el sí, el quiero. Decimos 'todo' y
luego es mucho o poco o nada, pero no es todo. Nunca es todo. Si en el
momento en que decimos 'todo' sentimos todo pero al caer el
sol ya no sentimos todo, ¿debemos rectificarlo? Y si nos topamos con un todo,
un siempre, un sí, un quiero que realmente sean todo, siempre, sí, quiero, ¿seremos
capaces de contarlo?