Disfruta ese vaso de nesquik. Disfruta
esas galletas que se te antojan a las tantas. Disfruta de aprender lo que te dé
la gana al ritmo que te dé la gana. Disfruta releyendo los mismos libros,
reviendo las mismas series y las mismas pelis, si lo que quieres es
releer y rever. Disfruta de cuando estás exhausta y te duermes o casi te duermes sentada. Disfruta de ese día que
madrugas porque sí, es algo que nunca pensaste que pasaría. Disfruta de
sorprenderte. Disfruta de cuando simplemente piensas, pensar es un ejercicio
muy placentero. Disfruta de cuando te subes a tu delorean y vas donde ya fuiste
y lo haces diferente. Y vas donde no has ido y lo haces como quieres. Disfruta
de cuando te embarga esta melancolía de veteasaberqué y la única alternativa es
escupir sus letras. Disfruta de la admiración, la rabia, el odio, el amor, la
atracción y el asco que ves en sus ojos, disfruta de todo por igual, porque todo es lo mismo, porque remueves
cosas. No todos remueven cosas. Y menos sin proponérselo. Disfruta de ti, disfruta
en ti, disfruta contigo. Disfruta de tu silencio, de tu música, de tu voz, de
tu respiración. Disfruta de no tener prisa, de haberla tenido y no tenerla
ahora. Disfruta de saber, de no haber sabido pero saber ahora. Disfruta leyendo las letras que has escupido. Disfruta el
último sorbo de nesquik. Ya no es heineken ni ron ni ginebra ni humo. Pero qué
coño importa lo que sea. Disfruta ese último sorbo porque nada te va a hacer
más feliz que eso. Nada. Y eso es maravilloso.