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24 de febrero de 2010

MAMUT


Teníamos una palabra clave. Y era MAMUT. He oído que los sadomasoquistas en sus prácticas tienen una palabra clave para detenerse… Nuestro caso no podría ser más opuesto.

Nosotros teníamos MAMUT y lo usábamos al detectar que nos estábamos excediendo en afecto. Era un toque de atención para no dejarnos llevar. Porque la idea era no dejarse llevar.

No estoy segura de si fui yo quién eligió MAMUT… Siempre me resultó una palabra simpática. De lo que estoy segura es de que anoche, cuando comprendí cuán enganchada estoy a él, no le dije MAMUT. Anoche me lo dije a mí misma. Y ahora sólo pueden pasar dos cosas: que me deje llevar hacia él o que me deje llevar lejos de él. Pase lo que pase MAMUT queda extinto en nuestro léxico.


Recordemos que en esta sección SD me reta al decirme una palabra, para que en un máximo de 48h escriba algo que contenga esa palabra. Demás normas en su bló.

9 de febrero de 2010

Extrasístole ventricular monomorfa

Se miraron con cara de querer guerra. Pumpum.
Llevaban días esquivándose, tensos, intentando comprender cómo habían llegado a ese punto, preguntándose si el otro estaba en el mismo punto, en otro cercano o tan lejos que no veía el punto del otro.


Demasiados días comiendo café y cigarrillos, cenando cerveza y cigarrillos... hasta que se miraron. Se podían tender corazones en el hilo que unía sus miradas. Pumpum. Y entonces sufrieron una extrasístole ventricular monomorfa, un latido extra, al mismo tiempo. Pausa. Y sincronizaron sus pumpumes para siempre.
Se miraron con cara de querer guerra. Pero sudaron la paz.

imagen de Hannah

7 de octubre de 2008

RON

La botella estaba sin abrir. Tú aún no habías llegado. El cenicero contenía apenas un par de colillas. Yo tenía un día de esos rojos como dice Audrey en Desayuno, un día de esos en que tienes miedo y no sabes por qué. A Audrey le funcionaba ir a Tiffany's...

La botella estaba a medias. Tú dijiste que medio llena, yo que medio vacía. El cenicero había excedido sus propios límites cual volcán furioso y la lava de ceniza invadía sin piedad la mesa y el suelo. Yo quería que me hicieras sudar un par de veces y tú estabas dispuesto. A mí me funcionabas tú.

La botella ya no era de ron, era aire. Tú dijiste que podías con otro, yo me dejé. El cenicero voló en uno de esos intentos de probar posturas imposibles. Yo sólo quería que me enderezaras el día al enderezarte tú. Tú te enderezaste conmigo. Supe entonces que yo era tu Tiffany's. Y nuestro Tiffany's: el ron.

25 de septiembre de 2008

HIELO

Hielo. Se podría picar lo que lleva el aire entre tú y yo. Porque es hielo. ¿Y cómo romper el hielo?
Se me ocurre que podríamos preparar un centenar de mojitos con el hielo que hay entre la punta de mi nariz y la de la tuya. Te lo digo y te ríes. Alguien pide pajitas. Te ríes más. Pero no se funde.
¿Cuándo nos congelamos? ¿Cuándo bajó tanto la temperatura de nuestros cuerpos? ¿Cuándo dejamos de frotarnos para encender fuego y “quemar la cama, nuestro hogar”? Dime cuándo, porque yo no me acuerdo.
Yo, que siempre fui calor, ahora me quedo atónita ante este frío hielo que sale de ti y de mí cuando salimos juntos. Tal vez podamos reconvertir este hielo en fuego, pero no es fácil encender una hoguera si todo está helado.