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3 de mayo de 2015

La curiosidad

Una cálida mañana de abril, Margaret, recién levantada, se lavaba la cara cuando pensó “la curiosidad es el síntoma inequívoco de la vida”. No le bastó con pensarlo. Tuvo que decirlo en voz alta: LA CURIOSIDAD ES EL SÍNTOMA INEQUÍVOCO DE LA VIDA. Esa revelación lo cambió todo.

Ya nunca podría asegurar fidelidad o exclusividad a una única casa, a un único corte de pelo, a un estilo, a una marca, a un hombre, a una posición, a nada, a nadie. Todo estaba permitido. La justificación era la propia vida. Se había topado con la Carta Blanca. Estaba aterrada. Pero se sintió más curiosa que nunca. Se sintió más viva que nunca.

25 de enero de 2013

No es vida


Cuando me encuentro con alguien que nunca se ha mojado bajo la lluvia
que nunca ha perdido porque nunca ha arriesgado
que nunca ha llorado viendo acabar una buena serie
que nunca ha corrido lo más rápido que puede correr
que nunca ha despertado con una mesa de terraza de bar en su casa
o con loquesea que no recuerda cómo ha llegado ahí
que nunca ha cantado a pleno pulmón por la calle
que nunca ha estado a punto de mandarlo todo al garete por una corazonada
que nunca ha roto un plato
que nunca ha llegado a fin de mes con sólo unas monedas en la cartera
que nunca ha ido a trabajar con el pijama debajo
que nunca ha perdido un tren adrede
que nunca ha acercado un dedo al fuego para saber qué se siente
que nunca ha sentido verdadera pasión por nada
ni verdadera curiosidad por nada
que nunca ha sentido que alguien sienta por él verdadera pasión
ni verdadera curiosidad

me apiado de su vida, porque no es vida.