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12 de febrero de 2013

Hielo camina conmigo



Despiertas. Le das los buenos días al dolor. Buenos días. Lleva días a tu lado. Ya ni te estorba. Te está cayendo bien. Estás ganando peso y yo lo pierdo. Te ha guiñado el ojo. Y no tienes ni idea de qué significa eso. Desayunas. Le pasas pasas el zumo. Te duchas y el dolor, sentado sobre la tapa del váter, pone la segunda voz en el recital que estás dando. Te acuerdas de la última de Woody. El dolor no, aún no estaba. Te vistes. Te aconseja ese vestido. Tú aún no estás para ese vestido. Por la calle te coge la mano. El dolor tiene la mano fría, helada. Y piensas, bueno, al menos hielo camina conmigo.     

2 de febrero de 2013

Este dolor


Todo este dolor que sientes

   y que han sentido
el tipo que te vende el periódico
y tus padres
y los padres de tus padres
y los que vivían antes donde vives tú ahora
y la enfermera que te puso las inyecciones cuando enfermaste de niña
y el frutero que te vendía la manzana cada mañana de camino al colegio
y el que nunca se atrevió a decirte que le gustabas en EGB
y el que te lo dijo en una notita de papel y tú no le correspondiste porque era gordo o memo o se rascaba todo el día las pelotas
y toda esa gente a la que han dado plantón en el kilómetro 0

   y que sienten
el vecino que apesta con el que siempre coincides en el ascensor
y la pescadera que destripa los peces que no hace tanto se movían en aguas oceánicas
y que no sentían nada, pero sí el que los pescaba
y el que vacía las papeleras de la puta calle
y el que intenta hacer poemas al estilo Gustavo Adolfo Bécquer
y el que pega los carteles de los conciertos de esa mierda de club al que no piensas volver
y el que pega encima de esos carteles otros carteles
y la vieja que rebusca de noche en los contenedores con un perro al que llama Arturo
y el que te odia
y el que te quiere
y todos los que no tienen ni la más mínima idea de tu existencia

   es el mismo dolor.

Todo el dolor es el mismo dolor.

14 de junio de 2012

Lopeordelavida



Lopeordelavida se almacena en botellas de vidrio verduzcas en un almacén de paredes marengo y olor a moho. Lopeordelavida es líquido espeso y sabe a rayos. A todos nos toca alguna vez beber de lopeordelavida. La digestión es pesada. Nadie quiere darle un trago a  lopeordelavida, pero tenemos que hacerlo. Todos. Es uno de los pocos trances que cualquiera, sea quien sea, tiene que pasar. Cuando bebes  lopeordelavida algo te cambia. Ves la vida de otra manera. Eres más consciente de lo inconsciente que es el plan divino (o de un cretino). De qué va esta mierda, te preguntas con lopeordelavida bajando por tu garganta. Por qué nos dan un corazón y permiten que lo llenemos de nombres para luego vaciar letra a letra nuestros afectos. Lloras mientras lopeordelavida reposa en tus tripas. Por qué nos dan un corazón, una memoria y unos ojos. Por qué permiten que lloremos por lo que recordamos que amamos.