Despiertas.
Le das los buenos días al dolor. Buenos días. Lleva días a
tu lado. Ya ni te estorba. Te está cayendo bien. Estás ganando
peso y yo lo pierdo. Te ha guiñado el ojo. Y no
tienes ni idea de qué significa eso. Desayunas. Le pasas pasas el
zumo. Te duchas y el dolor, sentado sobre la tapa del váter, pone la
segunda voz en el recital que estás dando. Te acuerdas de la última
de Woody. El dolor no, aún no estaba. Te vistes. Te aconseja ese vestido. Tú aún no
estás para ese vestido. Por la calle te coge la mano. El dolor tiene
la mano fría, helada. Y piensas, bueno, al menos hielo camina
conmigo.
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12 de febrero de 2013
2 de febrero de 2013
Este dolor
Todo este dolor que sientes
y que han sentido
el tipo que te vende el
periódico
y tus padres
y los padres de tus padres
y los que vivían antes
donde vives tú ahora
y la enfermera que te puso
las inyecciones cuando enfermaste de niña
y el frutero que te vendía
la manzana cada mañana de camino al colegio
y el que nunca se atrevió a
decirte que le gustabas en EGB
y el que te lo dijo en una
notita de papel y tú no le correspondiste porque era gordo o memo o
se rascaba todo el día las pelotas
y toda esa gente a la que
han dado plantón en el kilómetro 0
y que sienten
el vecino que apesta con el
que siempre coincides en el ascensor
y la pescadera que destripa
los peces que no hace tanto se movían en aguas oceánicas
y que no sentían nada, pero
sí el que los pescaba
y el que vacía las
papeleras de la puta calle
y el que intenta hacer
poemas al estilo Gustavo Adolfo Bécquer
y el que pega los carteles
de los conciertos de esa mierda de club al que no piensas volver
y el que pega encima de esos
carteles otros carteles
y la vieja que rebusca de
noche en los contenedores con un perro al que llama Arturo
y el que te odia
y el que te quiere
y todos los que no tienen ni
la más mínima idea de tu existencia
es el mismo dolor.
Todo el dolor es el mismo
dolor.
14 de junio de 2012
Lopeordelavida
Lopeordelavida se almacena en botellas de vidrio verduzcas en un almacén de paredes marengo y olor a moho. Lopeordelavida es líquido espeso y sabe a rayos. A todos nos toca alguna vez beber de lopeordelavida. La digestión es pesada. Nadie quiere darle un trago a lopeordelavida, pero tenemos que hacerlo. Todos. Es uno de los pocos trances que cualquiera, sea quien sea, tiene que pasar. Cuando bebes lopeordelavida algo te cambia. Ves la vida de otra manera. Eres más consciente de lo inconsciente que es el plan divino (o de un cretino). De qué va esta mierda, te preguntas con lopeordelavida bajando por tu garganta. Por qué nos dan un corazón y permiten que lo llenemos de nombres para luego vaciar letra a letra nuestros afectos. Lloras mientras lopeordelavida reposa en tus tripas. Por qué nos dan un corazón, una memoria y unos ojos. Por qué permiten que lloremos por lo que recordamos que amamos.
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