Me
escribiste ‘nos vemos donde siempre’ y me dio risa-pena-rabia que siguieras
llamándolo donde siempre si hacía meses que no nos veíamos allí. Si hacía meses
que no nos veíamos.
Me
escribiste ‘nos vemos donde siempre’ y yo hubiera preferido cualquier otro
lugar que no hiciera tan evidente la diferencia de altura entre aquellos que
fuimos y aquellos en los que nos habíamos convertido.
Me escribiste ‘nos vemos donde siempre’ y nos vimos allí pero ya no era donde siempre y ya no éramos los de siempre. Ya no éramos.