Todo este dolor que sientes
y que han sentido
el tipo que te vende el
periódico
y tus padres
y los padres de tus padres
y los que vivían antes
donde vives tú ahora
y la enfermera que te puso
las inyecciones cuando enfermaste de niña
y el frutero que te vendía
la manzana cada mañana de camino al colegio
y el que nunca se atrevió a
decirte que le gustabas en EGB
y el que te lo dijo en una
notita de papel y tú no le correspondiste porque era gordo o memo o
se rascaba todo el día las pelotas
y toda esa gente a la que
han dado plantón en el kilómetro 0
y que sienten
el vecino que apesta con el
que siempre coincides en el ascensor
y la pescadera que destripa
los peces que no hace tanto se movían en aguas oceánicas
y que no sentían nada, pero
sí el que los pescaba
y el que vacía las
papeleras de la puta calle
y el que intenta hacer
poemas al estilo Gustavo Adolfo Bécquer
y el que pega los carteles
de los conciertos de esa mierda de club al que no piensas volver
y el que pega encima de esos
carteles otros carteles
y la vieja que rebusca de
noche en los contenedores con un perro al que llama Arturo
y el que te odia
y el que te quiere
y todos los que no tienen ni
la más mínima idea de tu existencia
es el mismo dolor.
Todo el dolor es el mismo
dolor.