Evoluciono.
Siento el pálpito de la evolución en la involuntariedad del anómalo
temblor de mi ojo izquierdo, en mi persistente curiosidad, en mis ajustes en el hábito
alimenticio, en las constelaciones que forman mis lunares, en las
manchas de mi lívida piel, en mi fijación por la importancia de los números, en mi propia
evolución. Siento que evoluciono. Ahora mismo evoluciono. Cada
momento evoluciono. Soy la magnificente imparable evolución. Soy la
evolución que empezó antes de que yo empezara, mucho antes, y que
acabará mucho después de que yo haya acabado. Pero ahora, en este
condenado momento, yo soy la evolución.