Hay hombres que te quitan la ropa y hombres que además te la ponen. Y hay hombres que te la quieren poner, pero no saben. Y hay hombres que te la quieren quitar, pero no saben. Y hay hombres que sólo quieres que te la quiten. Y hombres que sólo quieres que te la pongan. Y a veces tú quieres que ese tío sólo te quite la ropa, pero él te la quiere poner después. Y tú no quieres. Y otras veces quieres que te la ponga, y le dejas hacer, y cuando se supone que estás vestida te das cuenta de que llevas los calcetines en las orejas. Y entonces sólo puedes esperar que algún día quieras que te quite y te ponga la ropa un hombre que sepa y quiera quitarte y ponerte la ropa. Y mientras esperas, te la quitas tú sola, te la pones tú sola y a veces dejas que alguien lo intente, mientras sueñas con el día en que tendrás por fin los calcetines en los pies y nada en las orejas. Pero no debes descartar que un día te encuentres con la ropa del revés y te guste llevarla del revés y te guste que te la haya puesto del revés y te guste quien te la haya puesto del revés.
Hay hombres que te quitan la ropa y hombres que además te la ponen o se la ponen. Y hay hombres que inventan nuevos procedimientos para llevar a cabo la pequeña acción cotidiana del quitar y el poner la ropa.