Nuestros cuadros clínicos no eran alentadores... Entre tus cenicientos pulmones no había más que un instrumento de percusión que acompañaba, cada viernes a las once, a tu Les Paul de imitación.
Dichosos mis ojos cuando te vieron. Mis pupilas se dilataron. Mis pupilas me delataron. Y a los trastornos visuales se sumaron la sonrisa boba y el temblor generalizado.
Nuestros cuadros clínicos no eran alentadores y, sin embargo, nos pusimos manos a la obra; fabricamos nuestra historia: de la mirada al beso y del beso al adiós. Y, entremedias, toda la escala de colores de la euforia a la desesperación.
(Con este microrrelato participé en un concurso del blog de las bibliotecas municipales de Leganés, que proponía la inclusión de las palabras: cuadros, instrumento, imitación, ojos, manos y beso.)